Mujer, muchas veces las frases breves, los gestos de tu cara cuando estas molesta y los mensajes sutiles son los que tienen más impacto sobre la forma en que nuestros hijos se comportan, piensan y sienten sobre sí mismos y sobre el mundo que los rodea. Estos son ejemplos de algunas de esas frases que a veces se nos escapan y que por lo general es mejor no decir.
- “Lo prometo”.
La confianza es difícil de promover y fácil de destruir. Hacer una promesa es fácil, pero cumplirla es más difícil. En vez de usar la frase “lo prometo”, reemplázala con una frase más segura, como “lo voy a intentar”. No crees una situación en la que puedas llegar a perder la confianza del niño por haber prometido algo sin pensarlo.
- “Deja, yo lo haré”.
Es difícil ver a un niño esforzarse con un proyecto y es muy tentador ofrecerle nuestra ayuda. Pero darles una salida fácil no es lo mejor. No les robemos a nuestros hijos las lecciones valiosas de responsabilidad y de una ética de trabajo duro que se ganan con esfuerzo.
- “¡Eres tan inteligente!”
Es importante hacerles comentarios positivos y cumplidos, pero elogiar en exceso a nuestros hijos puede llegar a dañarlos. Cuida tus elogios. Elogiar en exceso a nuestros hijos por ser inteligentes, bellos o talentosos puede presionarlos a vivir a la altura de nuestras expectativas personales y les enseña que nosotros valoramos más los atributos innatos que la conducta positiva y la integridad moral. Cuando elogies, debes ser específico y genuino.
- “¿Por qué no puedes parecerte más a…?”
Decirles a nuestros hijos que se parezcan a cualquier otro que no sea ellos mismos hace más daño que bien. Cada niño es y debe ser percibido como un mundo único.
- “No llores” / “No duele” / “No hay ninguna razón para tener miedo”.
Debemos darles a nuestros hijos permiso para sentir y expresar dolor sin importar nuestra percepción u opinión. Decirles que no deben sentir de la forma en que se sienten invalida sus sentimientos y les enseña que no deben confiar en sus propias emociones. En cambio, tenemos que validar sus sentimientos y ayudarlos a navegar sus emociones de una forma constructiva.
- “Me haces enojar” / “Me entristeces”.
Los niños deben aprender a respetar los deseos de sus padres. Pero censurar conductas sólo por la forma en que nos hacen sentir y no con un sentido objetivo del bien o del mal les enseña a los niños que no debemos hacer cosas porque son inherentemente buenas o malas sino porque molestan a mamá o a papá.
- “No seas tan tímido / perezoso (u otro término negativo)”.
Los actos nunca deben definir o etiquetar a nuestros hijos. Eso sólo les da a los niños una autoimagen negativa y los desanima de intentar desarrollar su potencial.
- “Tu madre / padre es un…” / “¡Actúas igual que tu madre/padre!”
Dejemos a los niños fuera de nuestras discordias de pareja y no los utilicemos para expresar negatividad hacia nuestra pareja. Aprende cómo hablar con tu ser querido de forma directa. Por el bien de la salud familiar
- “¡Yo hago todo por ti!”
Tenemos muchas oportunidades para enseñarles a nuestros hijos la virtud de la gratitud, pero esta no es una de ellas. Decirles a nuestros hijos cuánto tuvimos que sacrificar por ellos puede despertarles resentimiento o vergüenza.
- “¡Me estás volviendo loca!”
A veces esto es lo que sentimos. Pero decirlo hiere a nuestros hijos y no logra nada positivo. Además, nadie puede volverte loca, excepto tú misma.
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